La Cumbre del Agua de Budapest ofrece el espejismo de agua para todos
Se había anunciado como una cumbre para impulsar el acceso universal al agua, pero quienes asistieron a la Cumbre del Agua de Budapest la semana pasada parecían captar a un espejismo de agua en el desierto. Las consignas y la apariencia en general eran atractivas, pero sin perspectivas de garantizar el derecho humano al agua para todos. Tras el espejismo se encuentran los mismos actores corporativos y los procesos impulsados por el mercado que siguen negando el acceso a los recursos más imprescindibles a nivel mundial para millones de personas.
El espejismo era evidente, en primer lugar en el proceso. En la conferencia se subrayó constantemente su carácter participativo, animando a las diferentes partes interesadas a elaborar recomendaciones para la “declaración de la Cumbre del Agua de Budapest”, que también podrían servir de base para el compromiso de los gobiernos respecto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (que deberán sustituir a los Objetivos de Desarrollo del Milenio en el año 2016). Pero esta fachada de la consulta simplemente escondía a los verdaderos impulsores de las discusiones y debates.
Para empezar, la conferencia fue organizada por el gobierno húngaro asociado no sólo con el centro de estudios neoliberal del Consejo Mundial del Agua, sino también con empresas controvertidas como Nestle y Coca-Cola, que son conocidas por su uso no sostenible del agua y cuyo resultado ha sido privar del líquido elemento a las comunidades más pobres.
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